Modista francesa que revolucionó la moda y el mundo de la alta costura
de los años de entreguerras creando una línea marcada por la sencillez y
la comodidad. Coco Chanel rompió con la opulenta y poco práctica
elegancia de la Belle Époque e inauguró la era de la ropa informal y
cómoda
Delgada, con poco pecho y el pelo corto, con ropa ancha y cómoda, Chanel se convirtió en el prototipo de
garçonne, símbolo de la mujer moderna, activa y liberada.
Nacida en el seno de una familia humilde, a los 12 años perdió a su
madre, víctima de la miseria y de los embarazos (Gabrielle tenía cuatro
hermanos a los que llegó a pagar para que fingieran que no existían). Su
padre, un vendedor ambulante, entregó a la pequeña Gabrielle al cuidado
de unas monjas en un hospicio de Corrèze, donde pasó los siguientes
seis años aprendiendo a coser. Para entonces, la que luego sería Coco
Chanel se había convertido en una fantasiosa adolescente de diecisiete
años que no aceptaba su pasado, y comenzó a inventar una biografía llena
de novelerías.
Sus ansias de libertad e independencia la empujaron a abandonar el
orfanato y a colocarse como dependienta en una mercería de Moulins,
trabajo que compaginaba con sus actuaciones en La Rotonde, un lugar de
diversión para los oficiales del ejército, donde dejaba oír su voz con
temas como
Ko ko ri ko y
Qui qu'a vu Coco?, una tonadilla
popular que narraba la historia de una muchacha que había perdido a su
perrito Coco. Fue allí donde comenzaron a llamarla
la petite Coco,
el nombre con el que luego se haría conocida y entraría en la leyenda.
Es posible que por esa misma época sufriera un aborto que le provocaría
la esterilidad de por vida, hecho que sin embargo no ha podido
precisarse.
Con apenas veintidós años, se enamoró perdidamente (aunque siempre lo
negó) de Étienne Balsan, un joven burgués adinerado con el que mantuvo
una relación de seis años. Balsan la arrancó de su vida provinciana para
mostrarle una existencia de lujo y ocio entre fiestas y carreras de
caballos. Pero Coco quería trabajar, así que habló con Balsan para que
éste financiara la apertura de una sombrerería; mientras él maduraba la
idea, ella aprovechó para fugarse a París con Arthur Boy Capel, un
jugador de polo que era uno de los mejores amigos de su amante.
Ya en París, Mademoiselle Coco seguía aferrada a la idea de abrir una
casa de modas; sin embargo, como Capel no tenía dinero, se vio obligada a
pedírselo a su antiguo amante. En 1914 compró en las Galerías Lafayette
varias docenas de sombreros que ella misma reformó y luego los sacó a
la venta. Ante el inesperado éxito obtenido, no lo dudó ni un momento:
lanzó su propia línea de moda, que consiguió notable aceptación entre
sus clientes, muchas de las cuales eran antiguas amantes de Balsan.
Con los beneficios abrió su primera tienda en el número 21 de la rue
Cambon y poco después se lanzó a la apertura de una segunda en la
elegante y veraniega villa de Deauville, donde impuso su moda entre la
gente "chic" de la época, y luego una tercera casa en Biarritz. Para
entonces Coco tenía bajo sus órdenes a 300 empleados; pero, en el
terreno sentimental, las cosas no le iban tan bien. Los rumores de
infidelidad que corrían sobre Capel se vieron confirmados cuando él le
comunicó que la dejaba por una aristócrata, con la que se casó en 1919.
Terminada la guerra, Gabrielle volvió a París, se instaló en el Hotel
Ritz y se volcó en su negocio, que no tardó en hacer prosperar, ayudada
por revistas y periódicos de todo el mundo que difundieron su estilo. En
1929, el crack de Wall Street obligó a reducir la plantilla de la
empresa (que por entonces contaba con 4.000 trabajadores) a la mitad.
Los precios de los exclusivos diseños de Chanel se redujeron
considerablemente, pero ni siquiera de esta forma consiguió levantar la
firma. Coco Chanel cerró sus salones y decidió marcharse a Norteamérica
durante un tiempo, reclamada por el productor de cine Samuel Goldwyn,
que le ofreció la posibilidad de vestir a las estrellas dentro y fuera
de la pantalla.
Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial Coco hubo de cerrar de nuevo
sus salones, pero continuó viviendo en la capital parisina. Conoció
entonces a un diplomático alemán, Hans von Dincklage, que se convirtió
pronto en su amante. En agosto de 1944 fue detenida bajo la acusación de
colaboracionismo y, tras este episodio, se exilió en Suiza. Durante los
años en que permaneció retirada del mundo de la moda asistió al triunfo
del "New Look" que imponían de Christian Dior y Balenciaga.
En 1954, con setenta y un años, reabrió su casa de modas porque, como le
dijo a Marlene Dietrich, se aburría. Consumida por el reumatismo y la
artritis, pero sin haber dejado ni un momento de poner alfileres (Coco
no sabía dibujar ni hacer bocetos, de forma que creaba sus diseños sobre
las propias modelos), murió el 10 de enero de 1971. Ese día había
salido con su amiga Claude Baillen a dar un paseo; cuando regresaron,
fatigada, Coco se tendió en su cama del Hotel Ritz y le dijo: "Mira, así
se muere".
El estilo Chanel
Cuando el 28 de junio de 1914 estalló la Primera
Guerra Mundial, Coco se dio cuenta que los nuevos tiempos exigían un
estilo mucho más deportivo y funcional, adaptado a las nuevas
circunstancias. Lo primero que hizo fue suprimir el corsé del traje
femenino para dar mayor libertad de movimientos a las mujeres. Dos años
más tarde introdujo el punto en sus colecciones, un tejido que nadie
había utilizado hasta entonces para la alta costura pero que encantó a
sus clientes. Con punto confeccionó el jersey, una prenda casi
masculina, que fue seguida de la charming chemise dress, un vestido-camisa sin cintura ni adornos que realzaba el busto femenino, sobre el que se imponía llevar perlas.
Sus innovaciones fueron aún más lejos: no sólo
se atrevió a acortar la longitud de las faldas y a descubrir el tobillo
femenino, sino que forzó las mujeres a cortarse el pelo cuando una noche
apareció en la Ópera con el cabello corto. Acababa de crear el estilo garçon,
que marcó el final de una época. Tuvo la audacia de exponerse al sol
cuando el broceado se consideraba sinónimo de plebeyez, y también de
imponer su extrema delgadez (fruto, por otra parte, de las privaciones
que le imponía la guerra) a todas sus clientes.
En este innovador estilo realizó faldas plisadas
de estilo marinero, trajes de talle bajo, pijamas playeros,
impermeables e, incluso, ¡pantalones femeninos! Fue ella quien lanzó el
impermeable, los trajes de tweed escocés con bisutería llamativa,
el zapato de punta redonda y, por supuesto, el célebre bolso con
cadenitas doradas que se llevaba en bandolera. Creó también el célebre
traje negro (la petite robe noire) que, en diversos modelos, ha
sido desde entonces portada de todas las revistas de modas. Y no cabe
olvidar el conjunto que lanzó en 1925 y que se convertiría en la
estrella de la firma: un traje con falda y chaqueta a juego, de manga
larga, sin cuello y ribeteado.
Otro de los revolucionarios aportes de Chanel a la moda
femenina fue el zapato de tacón bajo. Fue un lanzamiento subversivo, en
plena década de los años cincuenta, cuando los zapatos de tacón de aguja
se hallaban en su apogeo. Junto a Raymond Massaro colaboró en la
creación de un modelo de zapato realizado en dos tonos: el cuerpo y la
parte del talón eran de color beige para alargar ópticamente la pierna,
mientras que la puntera de color negro hacía que el pie pareciese más
pequeño.
Con todo, el vástago más famoso de la Maison
Chanel nació en 1923, fruto de la unión con Ernest Beaux: el perfume
Chanel nº 5. Se trataba de una mezcla única de aldehídos y sustancias
florales destinada a terminar de una vez con los afectados polvos
perfumados de violeta de las décadas precedentes. Elevado a la categoría
de mito en su tiempo y aún hoy uno de los más vendidos del mundo, su
inmenso éxito facilitó el sostén de su imperio. Fue la actriz Marilyn
Monroe quien convirtió la fragancia en un símbolo cuando, durante una
entrevista, aseguró a los reporteros que unas gotas del nº 5 era lo
único que llevaba puesto para dormir.
Luego llegaron otros perfumes, el nº 22, el nº
19 (que conmemora la fecha del nacimiento de Madame), Cristalle y
Antaeus (para hombre). Ya después de su muerte, y Gracias a Karl
Lagerfeld, la casa Chanel pudo recobrar, a partir de 1983, su anterior
esplendor. La firma lanzó en 1984 Coco, denominado así para continuar con la tendencia impuesta por ella de asociar su nombre al de sus aromas; y en 1990 nació Egoïste, una esencia para hombre que consiguió dominar el mercado durante los últimos años del siglo XX.